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Branemark y el implante dental

15 Oct, 2015 | Curiosidades de la Odontología

Branemark es el padre del implante dental moderno.

Per-Ingvar Branemark es al implante dental lo que Alexander Graham Bell al teléfono. Es su mentor, su investigador, su inventor, tal y como conocemos hoy la implantología dental. El cirujano odontólogo, de origen sueco, nos dejó hace no mucho, ni siquiera un año, en diciembre de 2014. Sin embargo, su nombre pasará a la historia y mantendrá inmortal a este personaje por su contribución especial en la mejora y el desarrollo de la vida humana. Branemark es el padre del implante dental moderno y, como tal, su figura merece ser bien conocida y reconocida en el mundo odontológico.

De complicada pronunciación, Per-Ingvar Branemark, nacido en el año 1929, dedicó muchos esfuerzos y años de su existencia a investigar cómo llevar a cabo la sustitución de las piezas dentales que salen de la boca –por enfermedad, pérdida, rotura o cualquier otra circunstancia- de la forma más eficaz y práctica posible. Su objetivo era anclar el diente postizo, fusionarlo, integrarlo en el hueso de la mandíbula, de tal forma que resultara lo más parecido al diente original.

 

El titanio y la osteointegración

Branemark encontró lo que buscaba en el titanio. El odontólogo pudo confirmar que este material quedaba integrado en la estructura ósea al tiempo de ser colocado en el hueso de la mandíbula, sin que éste produjera rechazo, y resultando muy difícil de quitar. Objetivo conseguido: la nueva pieza dental implantada suplía las funciones naturales de la original y, además, estéticamente resultaba prácticamente gemela al diente retirado.

A pesar de la importancia del descubrimiento, lo cierto es que Branemark se encontró con estos resultados a raíz de otra investigación que nada tenía que ver con los dientes. El dentista estudiaba la microcirculación sanguínea en la médula ósea, para lo que se valió de conejos. En uno de sus experimentos, Branemark se percató de que el material que usaba, el titanio, no se podía retirar posteriormente, pues quedaba integrado con el hueso del roedor. Tras este hito, el odontólogo comenzó a desarrollar lo que sería poco después el implante dental para humanos.

Así, Branemark consiguió su objetivo, la osteointegración, pero obtuvo uno mayor que fue el hecho de que todas las personas del mundo pudieran beneficiarse de su descubrimiento. Famosa es su frase Nadie debe morir con los dientes en un vaso de agua, una idea que rondaba en su cabeza y que finalmente hizo realidad, haciéndole merecedor de numerosos premios y reconocimientos y de varias nominaciones al Premio Nobel.

 

Imagen: http://www.branemarkespana.com/