El idioma castellano es rico en dichos y refranes y no son pocos los que contienen la palabra boca, bien de modo genérico o incluso referido a los animales. Seguramente nos vienen a la mente incontables frases hechas o refranes que forman parte de nuestro habla cotidiana.
Tal es el caso de “El que tiene boca, se equivoca”, en clara alusión a la relación entre la boca y el habla en las personas que puede llevarnos, en ocasiones, a decir cosas que no son acertadas y caer en un equívoco. Otro de los más populares, que viene a señalar que es mejor quedarse callado que equivocarse o pensar antes de hablar o actuar, es aquel que dice “En boca cerrada no entran moscas”.
Y en la misma línea aunque menos conocido encontramos otro dicho que reza: “Boca que no habla, Dios no la oye”.
Relacionado también con la capacidad de hablar y expresarnos, más en concreto, con la virtud de ser discreto y de la que no siempre hacen gala las personas, hay numerosos refranes y dichos. Uno de los más populares es “Por la boca muere el pez”, que advierte de los riesgos de la indiscreción, o “En boca del discreto, lo público es secreto”.
Otro refrán de origen árabe y que destaca la virtud, a veces escasa, de saber escuchar es aquel que dice «Dios nos dio una boca y dos oídos para escuchar el doble de lo que hablamos» o, en otra versión, “Una boca y dos orejas, tenemos; para que oigamos más que hablemos”.
No faltan aquellos referidos a la mentira, las falsedades o la traición. En este caso son frases de lo más explícitas tales como “En la boca del embustero la verdad pierde su crédito” o “En la boca del mentiroso, lo cierto se hace más que dudoso”.
Menos evidente pero con un potente significado que viene a imprecar a aquellos que hablan mal y murmuran de otros es el dicho “Mala boca, peces coma”.
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